Los adolescentes imitan lo que ven pero... ¿puede ser peligroso?

Ídolos
Es importante que los adolescentes cuenten con buenos ejemplos para imitar. Mads Perch/Getty Images

Los adolescentes imitan los comportamientos que ven. Es su forma de crecer. Imitan a sus amigos, a sus familiares, a sus ídolos… Imitan la forma de vestir, la forma de comportarse, la forma de hablar… En algunas ocasiones parecen espejos de lo que les rodea.

¿Por qué imitan los adolescentes?

La adolescencia se define como el paso de la niñez a la madurez. En esos años chicos y chicas tienen que crear su personalidad, formar su carácter. Tienen que aprender a ser adultos. Una parte de ese crecimiento es personal y basado en decisiones y formas de pensar propias pero otra está basada en copiar aquello que les rodea y los atrae. En algunos chicos y chicas es mayor esa primera fórmula y en otros, la segunda.

¿Es malo imitar?

No debemos pensar que la imitación es mala porque no es así. De hecho, no solo los adolescentes, todos imitamos a otros, también los adultos. Y no pasa nada por ello. No solo eso, se trata de un comportamiento humano natural.

El problema con la imitación puede surgir del modelo que se elige para copiar. Cuando un adulto es el que imita, se supone que tiene criterio suficiente como para elegir un modelo digno de imitación. Cuando es un adolescente, cuya personalidad está aún sin formar y que tiene menos recursos para evaluar lo que está bien y lo que está mal, puede ocurrir que elija un mal modelo para imitar.

¿Cuándo debemos preocuparnos?

  1. Conductas autodestructivas. Cuando nuestro hijo adolescente imita a personas con conductas autodestructivas: que consumen alcohol o drogas, que se autolesionan, que cometen delitos o que ejercen la violencia sí debemos preocuparnos y hacer que nuestro hijo o hija adolescente entienda que eso que está haciendo es muy malo para su vida.
  2. Suicidio en su entorno. Si se produce un suicidio en el entorno de nuestro hijo adolescente también es necesario que tomemos medidas para evitar el riesgo de “contagio”. Lo más adecuado es que hablemos con él claramente. Algunos padres temen que si hablan de suicidio con su hijo le pueden estar dando una idea que no se le había ocurrido antes. Pero la realidad es justo la contraria. Es bueno hablar con ellos. Es necesario que entiendan la magnitud e irreversibilidad de un hecho como ese, porque algunos adolescentes no son capaces de llegar a apreciar esto en su medida exacta. Por eso es necesario que hablemos y expliquemos lo que significa una muerte, la devastación en la que queda la familia y las oportunidades que pierde la persona que se ha matado. Y en caso de que tengamos alguna duda sobre si nuestro adolescente puede tener ideas suicidas, no hay que perder un segundo y buscar la ayuda de un experto: seguro que su médico puede indicarnos dónde debemos dirigirnos para ello.
  3. Acoso. Si nuestro hijo o nuestra hija adolescente a quien imita es a matones, a personas que acosan a otras, también ese es un motivo de preocupación grave. No podemos permitir que eso ocurra. Y para cortar ese comportamiento, también es necesario hablar con él o ella. Hacer que entienda, también en este caso, la importancia del acoso. El daño que se le hace a la persona acosada. Practicar con ellos la empatía, es decir, ponerse en el lugar del otro, es una buena fórmula para que lo entiendan.

Qué se puede hacer para evitarlo:

  1. Una buena educación. Educar a los hijos para que sean responsables es imprescindible para conseguir que sus conductas sean las adecuadas. Es preciso enseñarles valores, que aprendan que hay cosas buenas y cosas malas y el efecto de estas.
  2. Seres sociales. Si conseguimos que nuestro adolescente esté bien integrado en la sociedad es mucho más probable que su comportamiento se aleje de esos peligros de imitación. Una buena socialización protege contra las malas conductas.
  3. Buenos modelos. Es inútil pretender que nuestro adolescente no imite. La imitación es una forma de aprendizaje que está en nuestros genes así que si queremos que esa imitación no tenga riesgos es mucho más efectivo que nuestros hijos tengan buenos modelos. Empezando por nosotros mismos pero también por lo que los rodea. Tenemos que hacer un esfuerzo para que conozcan a personas lo más diversas posible y destacar siempre los rasgos de esas personas que nos parezcan interesantes para la formación de los adolescentes. También la literatura, el cine y la historia nos ofrecen recursos útiles para ello porque permiten que los adolescentes conozcan a personajes de otras épocas o modelos de ficción que pueden servir de patrones a los que ellos puedan seguir.
  4. Ser críticos. Es otro de los rasgos que van a ayudar a los adolescentes a discriminar aquello que es positivo de lo que no lo es. Si aprenden a ser críticos con ellos mismos y con lo que les rodea, podrán razonar mejor sobre qué es interesante copiar y qué no lo es.